El rastro de Ingrid y Lodewijk conduce a una casa rural en Molina de Segura. Juan Cuenca, exgerente del club deportivo de Ingrid, es el principal sospechoso. Cuando la policía científica examina la vivienda, halla restos de sangre de los desaparecidos. Las posibilidades de hallar con vida a los dos neerlandeses disminuyen. Cuenca, presionado por la policía, revela dónde pueden encontrarlos y culpa a un hombre ruso llamado Danko.

En mayo de 2013, Ingrid Visser, la excapitana de la selección neerlandesa de vóleibol, y su marido, Lodewijk Severein, desaparecen en Murcia, España. Debían acudir a una clínica de fertilidad para someterse a una visita de control, pero no se han presentado. Mientras la Policía Nacional los busca, descubre que el extinto club CAV Murcia 2005 debía dinero a Ingrid. Los investigadores ponen la lupa sobre sus antiguos dirigentes.

En verano de 2000, Ana Elena Lorente, una chica de 20 años, va con sus amigas a las fiestas de su pueblo, Álora, en la provincia de Málaga. Pero esa noche ya no regresa a casa. Su cadáver será hallado dos días más tarde, a la orilla del río. Sin las ventajas tecnológicas actuales, la Guardia Civil tendrá que descubrir cuál de los centenares de vecinos que acudieron a la fiesta es el asesino de Ana Elena.

La Policía Nacional pone finalmente en su punto de mira a Marta Rama, la novia de Iván, y a Nelson Dos Anjos, su amante. Los investigadores creen que son los responsables del crimen de Langreo: Nelson como autor material y Marta como inductora. Sin embargo, faltan pruebas. Los agentes deciden estrechar el círculo sobre los dos sospechosos para observar cada uno de sus movimientos, hasta que logran captar conversaciones entre ambos que serán reveladoras.

Tres meses después del asesinato de Iván Castro, la Policía Nacional sigue intentando desentrañar el caso. La hipótesis del ajuste de cuentas vinculada al narcotráfico parece no conducir a ninguna parte. Con la llegada de un nuevo equipo especializado en casos no resueltos, procedente de Madrid, la investigación dará un giro inesperado.

En el municipio de Langreo, en Asturias, asesinan a Iván Castro, un hombre de 31 años. Era un vecino que había tenido cáncer dos veces y que apenas salía de casa. Pero esa tarde había ido a visitar a un amigo a una localidad próxima. Al volver a Langreo, como siempre, dejó su coche en su plaza de aparcamiento. Al salir del vehículo, en la penumbra del garaje, se encuentra con alguien que lo esperaba para dispararle.

En septiembre de 2012, Mario Miralles, un vecino de Ontinyent que llevaba una vida aparentemente normal, es hallado muerto en su domicilio con una bolsa de plástico en la cabeza y las manos atadas a la espalda. La Policía Nacional busca durante meses a alguien capaz de odiar tanto a Mario como para matarlo. Pero no lo encuentra. Finalmente, los agentes aceptan que tienen que repasar los hechos desde otro punto de vista. Entonces todo cobra sentido.

Han aparecido unas piernas dentro de una bolsa de basura en medio de la maleza del monte Rontegui, al lado del bloque de pisos donde vivían la víctima y su pareja. La mujer se convierte en la principal sospechosa del crimen y del descuartizamiento del novio. Pero el resto del cadáver no aparece y la Ertzaintza deberá demostrar ante un jurado popular que ella fue la autora material del crimen. No va a ser fácil.