
Espias Españoles en la 2ª Guerra Mundial
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Corre el año 1942. Europa se desangra entre ruinas, camposarrasados y ciudades donde el humo ha sustituido al azul del cielo. Hitler extiende su sombra por casi todo el continente, mientras Churchill se agarra con uñas y dientes a una esperanza envuelta en niebla. Roosevelt planea el contraataque desde el otro lado del océano, Stalin resiste en el frío, y Mussolini empieza a tambalearse. Pero hay un país que, aunque no dispare, está muy lejos de ser neutral. España, recién salida de su propia guerra, juega al ajedrez con piezas marcadas. Nadie la mira directamente, pero todos la usan. Y entre sus calles, sus embajadas, sus estaciones de tren, sus restaurantes de postín y sus mercados de frontera... se está decidiendo parte del destino del mundo sin que suene una sola sirena de alarma.
Porque en esa España “neutral”, que se vende como ajena alconflicto, operan espías de todos los colores. Nazis, aliados,soviéticos, franquistas, comunistas... todos han elegido nuestras tierras para cruzar mensajes, seguir barcos, ocultar fugitivos, falsificar pasaportes y manipular informes. Y lo hacen desde las sombras, con trajes impecables o batasde médico, con mantillas de señora o con pasamontañas de frontera.
Pero esta no es una historia cualquiera de espías. Esta esla historia de los espías españoles —y de algunos que se hicieron nuestros por amor, por exilio o por supervivencia—, que jugaron sus cartas en la Segunda Guerra Mundial sin que nadie les diera un mapa claro, sin saber a veces si lo que hacían salvaba o condenaba. Algunos sirvieron a Hitler. Otrosle engañaron. Algunos trabajaron para los aliados desde los salones del franquismo. Otros lo hicieron desde las cunetas de su propia tragedia personal.
En este programa vamos a abrir la puerta oculta tras elbiombo de la historia oficial. Vamos a seguir los pasos de Garbo, Araceli, Larissa Swirski, la condesa de Romanones, África de las Heras, Eduardo Martínez Alonso... y otros nombres que apenas dejaron rastro pero que tejieron redesque ayudaron a cambiar el curso de la guerra.
Y todo esto ocurrió aquí. En Madrid, en Ceuta, en Gibraltar,en Tánger, en Lisboa. Aquí, donde el café se servía con doble fondo, donde los telegramas cruzaban océanos disfrazados de recetas de cocina, y donde una niña podía llevar en su bota el negativo que evitaba una invasión.
Esta es la historia de una guerra que no se peleó confusiles. Una guerra de rostros y silencios. Una guerra de sombras.