
Universo impensable.
La ignorancia en Kant,Schopenhauer,Ortega y Popper
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En este libro sobre el Universo impensable y la ignorancia reconocida que subyace en las obras de autores como Kant, Schopenhauer, Ortega y Popper, al contrario que el método de Descartes (la introspección en soledad), el autor ha seguido el de Popper, ver qué han dicho otros sobre lo que se está pensando porque el pensamiento es una comparación de ideas. Otra característica de este texto es que trata de exponer esas ideas con un estilo claro y directo. Schopenhauer decía que, como no era profesor de filosofía, no tenía necesidad de hacer reverencias a la estupidez. Los filósofos profesionales suelen escribir para filósofos profesionales. No es este el caso. El libro está estructurado en diez capítulos (grandes paradojas), y su tesis principal es que la vida es una paradoja más .
Como mostró ya Platón las apariencias no se corresponden con la realidad y ese es precisamente el origen de la filosofía. El reconocimiento original de la ignorancia tiene su origen,no obstante, en el maestro de Platón, Sócrates, y en su conocido “solo sé que no sé nada”. Ese es el espíritu que recorre todas las páginas de este libro.
La modernidad ha regresado a las ideas platónicas y socráticas de que la realidad no es únicamente lo que percibimos con nuestra sensibilidad, una perspectiva escéptica que el autor documenta a lo largo del texto con la exposición de los sistemas filosóficos de nuestro tiempo. Junto al oxímoron principal (la sabia ignorancia) se analizan en este libro otras nueve paradojas (totalidad inexistente, unidad dividida, espíritu material, eternidad instantánea, etc...), que documentan los límites de nuestro conocimiento.
Siguiendo a Kant, que sentó las bases de la posibilidad de un pensamiento metafísico y concluyó que nuestra razón no da razón de la realidad, que nuestra sensibilidad sólo nos da una idea del mundo y que el noúmeno, la cosa en sí, es impensable, en este libro se visitan todos los conceptos fundamentales de la filosofía para documentar nuestra ignorancia; es decir, el hecho de que el hombre se define más por sus desconocimientos que por su sabiduría.
Al fin y al cabo, saberlo todo equivaldría a la destrucción de la libertad, a vivir en un mundo totalmente determinado, mientras que ignorancia y libertad van siempre de la mano. Nuestra esencia es ser ignorantes. Somos los únicos seres ignorantes, los otros aparentan saber todo lo que necesitan, mientras que lo esencial del ser humano es precisamente hacerse preguntas.
Paradójicamente lo que nos hace libres no es la verdad, sino la ignorancia; la verdad nos aprisiona en lo conocido cuando la realidad es que nuestra vida es una pura Interrogación (¿) y asombro (¡). Dos signos ortográficos que definen nuestra existencia. El autor coincide con Ortega y Gasset cuando éste sostiene que la filosofía es un juego y que no podemos enfrentarnos a la realidad con la vana pretensión de hallar una explicación total, sino como un deportista se enfrenta a una serie de obstáculos que no tienen fin, es decir, con el espíritu jovial de la filosofía.